Francisco Mojarro

El día 4 de junio en su visita al estado de Colima, el presidente de la República Mexicana, Andrés Manuel López Obrador, anunció que a partir del 5 de junio ya no habrá cobro de peaje para automóviles –pequeños- particulares en la caseta de Cuyutlán; así sin ningún tipo de enfrentamientos, ni toda esa faramalla que conocemos.

Tal parece que ya tenía la sorpresita preparada para los colimenses, y como era de esperarse, éstos se extasiaron de emoción. Después de tantas tristezas, les llegaba una alegría, bien merecida la tienen. Pues para nadie es novedad la situación tan alarmante que estamos viviendo, tanto a nivel nacional como estatal.

Es cierto que dicho logro, el cual muchos actores políticos se atribuyen – una fiel imagen del oportunismo político-, tendrá un gran impacto económico positivo en los colimenses. Sin embargo, el verdadero problema nunca ha sido el cobro de peaje; más bien es el uso de doble remolque y la velocidad con que los transportan. El primero daña la carpeta asfáltica y el segundo ha provocado accidentes automovilísticos, que no sólo se refleja en pérdidas materiales, sino, también humanas.

Lo mencionado anteriormente solo es un fragmento de la problemática que vive Colima. Aunque parezca repetitivo de mi parte, como le dije en mi texto anterior, las dolencias lacerantes como la pobreza, la inseguridad, la limitada bolsa de trabajo; las penurias oportunidades para los jóvenes, han ido agrandando, aún más, la grieta que hay entre los colimenses y la forma digna de vivir que se merecen. 

La apabullante ola de violencia que arrastra a Colima hacia esa corriente que atosiga a la gran mayoría de los estados del país, ha estado provocando el debilitamiento en las vigas que sostienen los cimientos de nuestra sociedad. Como consecuencia de ello, se percibe un grado de desconfianza entre nosotros mismos, acompañado de un ambiente lleno de miedo; provocando así, la desunión del colectivo colimense.

Para muestra un botón. De acuerdo al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) en el primer trimestre del 2019 van 173 homicidios contabilizados; deshonrosamente encabeza la lista de los estados con más asesinatos, seguido de Baja California y Chihuahua.

Durante su gira de trabajo en Colima, el presidente de la República Mexicana, Andrés Manuel López Obrador, habló sobre la distribución de beneficios en programas para adultos mayores, las becas para los jóvenes, los apoyos a discapacitados. Pero no lo hizo sobre la Salud, situación tan sentida en la entidad, que previamente había mencionado el gobernador del estado, José Ignacio Peralta Sánchez, en su discurso. Ni muchos menos sobre la violencia; en esto último, es donde más énfasis deben de poner y en lo cual se tiene que notar el respaldo de López Obrador.

Es por eso, que desde mi punto de vista lo de la caseta resultó ser un distractor para así poner toda la atención en ese suceso y apaciguar la presión generada por los colimenses debido a los acontecimientos tan lamentables que los ha arropado. Porque mientras los automovilistas pasan de forma gratuita por la caseta de Cuyutlán, en las calles de Colima todos los días están matando a niños, jóvenes y adultos; ya ni siquiera puedes estar afuera de tu casa platicando tranquilamente, ni caminar por las calles sin temor alguno.